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Ser un Minotauro.

 

Aquí estoy, otro día de mi infeliz vida. Este día es como cualquier otro, acabo de terminar de leer otro de los tantos libros de poesía que tengo. Uno más que se suma a la larga torre de escritos que poseo. Cada vez que leo estos textos, me doy cuenta de que no estoy solo en el mundo, que hay personas como yo, que sueñan con la libertad. Cada noche cierro los ojos y sueño que algún día podré saltar de alguna manera los altos muros del laberinto. Pero eso es imposible, ya que fui enviado aquí con el fin de castigar al rey Minos.    Otro de los sueños que más anhelo es el de convertirme alguna vez en un célebre escritor de poesías y novelas. He escrito tanto que podría publicar centenares de libros. Podría publicar muchísimos más, ya que gran cantidad de los escritos que creé se los regalé a mi amada. Su nombre es Helena, es tan hermosa que varias veces me pregunté si en verdad no se trataba de una diosa. Pero lo mejor que posee es su voz. Canta como las mismísimas aves, pero es en serio, canta todavía más bello que las sirenas. La cuestión es que seguramente si me ve jamás me aceptaría como su amado.

    Sé que tengo talento para la escritura, pero hay un problema, simple y fácil de ver, soy un minotauro. Mi condición me pone en jaque a la hora de presentarme con la gente, piensan que soy un monstruo, pero soy mucho más sensible que muchas de las personas que vienen a éste laberinto, incluso más sensible que muchos de los dioses que habitan el Olimpo. No es que sea un narcisista, pero no hay que ser hipócritas.    Hay veces que me pregunto de dónde vengo, ¿Por qué tengo rostro de toro y cuerpo de humano? ¿Por qué fue a mí a quien enviaron para castigar a Minos y no a otra persona que se lo merezca más que yo? ¿Soy el único de mi especie? y por último, si hubiese alguien de mi clase, ¿Podré en algún momento encontrarme con ello y vivir la vida que merezco? Esos son algunos de los cuestionamientos que me hago muy a menudo, pero desgraciadamente no tengo las respuestas.      Yo sé por qué me enviaron, el propósito, pero no tengo el conocimiento de las causas que originaron el conflicto. Sé que estoy aquí porque el Rey Minos quiso burlar la inteligencia y viveza de Poseidón. El quid de la cuestión es que estoy en el medio de un conflicto que no me incumbe, yo no fui, no soy y no seré parte de esta disputa. A mi parecer este dilema se podría solucionar de diversas maneras, no hace falta llegar a este punto, incluir a seres que no tienen nada que ver con nada. Pero eso señores, es mi humilde opinión.    Hay algo que no me queda muy en claro, es algo que en verdad no puedo descifrar. Cada año desembarcan aquí un grupo de jóvenes, no conozco el motivo de su llegada. No sé si lo que pretenden es que me hagan compañía, pero eso lo descarto porque si no, cada vez que me acerco no saldrían corriendo como si hubiesen visto al mismísimo Hades. Otro de los fundamentos que se me viene a la mente es que tal vez piensen que los vaya a matar, pero eso es imposible, ¿acaso no quedó claro que soy un minotauro de bien? Supongo lo que piensan: que las personas cada año son asesinadas por mí, pero lamento desilucionarlos, eso no es cierto. Los humanos que vienen al laberinto, tristemente mueren a causa de la locura, al hambre o la sed. Lo que siempre sucede es muy triste: Los individuos se terminan comiendo entre ellos. Es asqueroso, lo sé, pero se van comiendo uno a uno, a causa del hambre y la locura que les provoca el laberinto mortal. Cuando queda el último, éste sucumbe por motivo de su extrema locura, sed y hambre. Yo dispongo de todos esos bienes ya que tengo que permanecer en esta prisión por tiempo indefinido. Se preguntarán: ¿Y por qué no le dió de su agua y comida a esas desdichadas almas? Pues el motivo es claro, en cuanto intenté acercarme, salieron corriendo tal y como les dije antes.

No me gusta presenciar la llegada, la locura y la muerte de estos seres. Siento que podría hacer algo al respecto, pero no tengo la capacidad de hacerme entender. Huyen.     Estas situaciones que vivo día a día me hacen mal, me hacen querer morir porque seguro estaría mucho más feliz de ese modo. Lo único que quiero, más que nada en la vida, es que algún día pueda salir de aquí, para poder ser libre de una vez por todas.  

  

Ser un Minotauro.

 

Aquí estoy, otro día de mi infeliz vida. Este día es como cualquier otro, acabo de terminar de leer otro de los tantos libros de poesía que tengo. Uno más que se suma a la larga torre de escritos que poseo. Cada vez que leo estos textos, me doy cuenta de que no estoy solo en el mundo, que hay personas como yo, que sueñan con la libertad. Cada noche cierro los ojos y sueño que algún día podré saltar de alguna manera los altos muros del laberinto. Pero eso es imposible, ya que fui enviado aquí con el fin de castigar al rey Minos.    Otro de los sueños que más anhelo es el de convertirme alguna vez en un célebre escritor de poesías y novelas. He escrito tanto que podría publicar centenares de libros. Podría publicar muchísimos más, ya que gran cantidad de los escritos que creé se los regalé a mi amada. Su nombre es Helena, es tan hermosa que varias veces me pregunté si en verdad no se trataba de una diosa. Pero lo mejor que posee es su voz. Canta como las mismísimas aves, pero es en serio, canta todavía más bello que las sirenas. La cuestión es que seguramente si me ve jamás me aceptaría como su amado.

    Sé que tengo talento para la escritura, pero hay un problema, simple y fácil de ver, soy un minotauro. Mi condición me pone en jaque a la hora de presentarme con la gente, piensan que soy un monstruo, pero soy mucho más sensible que muchas de las personas que vienen a éste laberinto, incluso más sensible que muchos de los dioses que habitan el Olimpo. No es que sea un narcisista, pero no hay que ser hipócritas.    Hay veces que me pregunto de dónde vengo, ¿Por qué tengo rostro de toro y cuerpo de humano? ¿Por qué fue a mí a quien enviaron para castigar a Minos y no a otra persona que se lo merezca más que yo? ¿Soy el único de mi especie? y por último, si hubiese alguien de mi clase, ¿Podré en algún momento encontrarme con ello y vivir la vida que merezco? Esos son algunos de los cuestionamientos que me hago muy a menudo, pero desgraciadamente no tengo las respuestas.      Yo sé por qué me enviaron, el propósito, pero no tengo el conocimiento de las causas que originaron el conflicto. Sé que estoy aquí porque el Rey Minos quiso burlar la inteligencia y viveza de Poseidón. El quid de la cuestión es que estoy en el medio de un conflicto que no me incumbe, yo no fui, no soy y no seré parte de esta disputa. A mi parecer este dilema se podría solucionar de diversas maneras, no hace falta llegar a este punto, incluir a seres que no tienen nada que ver con nada. Pero eso señores, es mi humilde opinión.    Hay algo que no me queda muy en claro, es algo que en verdad no puedo descifrar. Cada año desembarcan aquí un grupo de jóvenes, no conozco el motivo de su llegada. No sé si lo que pretenden es que me hagan compañía, pero eso lo descarto porque si no, cada vez que me acerco no saldrían corriendo como si hubiesen visto al mismísimo Hades. Otro de los fundamentos que se me viene a la mente es que tal vez piensen que los vaya a matar, pero eso es imposible, ¿acaso no quedó claro que soy un minotauro de bien? Supongo lo que piensan: que las personas cada año son asesinadas por mí, pero lamento desilucionarlos, eso no es cierto. Los humanos que vienen al laberinto, tristemente mueren a causa de la locura, al hambre o la sed. Lo que siempre sucede es muy triste: Los individuos se terminan comiendo entre ellos. Es asqueroso, lo sé, pero se van comiendo uno a uno, a causa del hambre y la locura que les provoca el laberinto mortal. Cuando queda el último, éste sucumbe por motivo de su extrema locura, sed y hambre. Yo dispongo de todos esos bienes ya que tengo que permanecer en esta prisión por tiempo indefinido. Se preguntarán: ¿Y por qué no le dió de su agua y comida a esas desdichadas almas? Pues el motivo es claro, en cuanto intenté acercarme, salieron corriendo tal y como les dije antes.

No me gusta presenciar la llegada, la locura y la muerte de estos seres. Siento que podría hacer algo al respecto, pero no tengo la capacidad de hacerme entender. Huyen.    Estas situaciones que vivo día a día me hacen mal, me hacen querer morir porque seguro estaría mucho más feliz de ese modo. Lo único que quiero, más que nada en la vida, es que algún día pueda salir de aquí, para poder ser libre de una vez por todas.  

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